Cuando yo uso una palabra, dijo Humpty Dumpty en un tono de voz más bien desdeñoso,       significa lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos”. “La cuestión  es, dijo Alicia, si usted puede hacer que las palabras tengan tantos       significados diferentes”. “La cuestión es, dijo Humpty Dumpty, saber quien es el que manda. Eso es todo”.  Lewis Carrol, A través del Espejo (1871)

El léxico que utiliza Israel y sus grupos de presión occidentales, necesita de análisis constantes para saber qué es lo que se quiere decir. Es el caso del término colonos, que sugiere a un grupo de pioneros pacíficos que desean integrarse con los lugareños. En Israel, la palabra colonos es un término cargado de significado, ya que son “agresivos invasores en número mayor a medio millón que han ocupado ilegalmente más de 100 colonias”- llenando el paisaje de oscuras y feas manchas, que de lo contrario sería agradable-, aterrorizando a los habitantes locales, destrozando sus cosechas, contaminando sus tierras y acosando a sus hijos”. La Cuarta Convención de Ginebra prohíbe que una potencia ocupante transfiera a su propia población civil a los territorios que ocupa.

Recientemente hemos visto referencias diciendo que los pueblos nativos palestinos, tanto cristianos como musulmanes, son un pueblo inventado. De la boca del candidato presidencial republicano Newt Gingrich salió este insulto, repitiendo la ocurrencia de Golda Meir en 1969 a The Sunday Times. En aquel momento Israel celebraba su victoria en la devastadora guerra de 1967, ocupando la totalidad de Palestina y del Sinaí. Los beduinos del Sinaí incluso tuvieron suerte de que Meir no tuviera suficiente tiempo – o inquina- para afirmar que ellos también son  un mero producto de la imaginación de algún intrigante antijudío. Sus primos del desierto del Negev, están siendo expulsados para construir 10 asentamientos judíos, “para así atraer una nueva población hacia el Negev”.

Meir extrapoló esto mismo a su frase más famosa, que también apareció en la misma entrevista en The  Sunday Times, diciendo que Palestina era “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Esto no es solamente una cruel mentira, destinada a justificar el robo de la tierra de un pueblo, sino un caso de plagio, ya que fue Lord Shaftsbury, un  muy temprano entusiasta de instalar un estado judío en Oriente Medio como una forma de asalto del imperialismo, utilizando esta frase por primera vez en 1839.

Meir seguramente lo sabía, como también sabía que los palestinos son un pueblo al que se puede rastrear su herencia hasta los tiempos del profeta Mahoma, o más, siendo el pueblo israelí los “inventados”. Apenas tiene 60 años la ciudadanía israelí, teniendo los israelíes una procedencia muy dispar, viniendo la mayoría de Europa del Este e inmigrantes rusos y árabes judíos, la mayoría de los cuales no comparten una lengua común, o incluso unas mismas prácticas religiosas. Los inmigrantes rusos, muchos de los cuales ni siquiera son judíos, son, de modo provocativo, seculares.

Incluso peor que la gente inventada es el término “nogente”, un término acuñado por George Orwell en 1984, para referirse a la eliminación completa de las personas, sin dejar rastro. El creciente arsenal de Israel a base bombas nucleares y de fósforo, hace para el resto de sus vecinos árabes y palestinos una realidad incómoda.

Noam Chomsky dijo en octubre que los medios occidentales aplaudían la liberación del  prisionero Gilad Shalit, secuestrado en 2006 -durante un ataque ilegal de Israel en Gaza- a cambio de 1000 palestinos, secuestrados simplemente porque esta nogente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Una casi llega a creer que los israelíes atrapan a miles de esta nogente al azar como garantía para recuperar a las pocas “personas reales” atrapadas en actos delictivos, enorgulleciéndose de que un judío valga tanto como 1000 árabes.

Y  la afirmación del representante del Comité Supremo Árabe ante las Naciones Unidas en mayo de 1947, que dijo: “Palestina formaba parte de una provincia de Siria”, y que “políticamente, los árabes de Israel no eran independientes, en el sentido de formar una entidad política separada”. Sí, la noción de Estado-nación es un concepto del siglo XIX, y se plantea únicamente como resultado del Imperialismo que se extiende por todo el mundo, resultando dos tipos de nacionalismos: el del Imperio, construido sobre el racismo y la explotación del Tercer mundo ( de ahí el “Rule, Britannia” y el “Estado judío”), y los movimientos de liberación nacional en la periferia (de ahí Palestina). Por lo tanto, llegamos a que todos los pueblos son inventados, en un sentido u otro.

Otro truco léxico sacado de la manga, contra el que los palestinos tienen que luchar ahora, es la referencia de “judíos contra árabes”, que debería ser “judíos contra los musulmanes y los cristianos”, o más bien “colonizadores de la diáspora judía y sujetos nativos coloniales”, ya que siendo muchos los judíos de origen árabe, se hace referencia primero a su afiliación religiosa. No hay ninguna nacionalidad judía, pese a la decisión de Stalin de crear una en la década de 1930, al igual que no hay ninguna nacionalidad musulmana o cristiana, sino más bien una fe judía.

Incluso muchos críticos judíos occidentales de Israel como Voces Judías Independientes, dicen una cosa, aunque quieren decir otra. Para ellos, la lucha contra el antisemitismo es el principal objetivo. Judíos para la Justicia de los Palestinos (JfJfP) afirma que “dan su apoyo a los palestinos atrapados en la espiral de violencia y represión”, porque “creemos que estas acciones son importantes en la lucha contra el antisemitismo”. En otras palabras, incluso cuando se realizan críticas de las atrocidades israelíes, están aprobando las acciones de Israel (siempre y cuando no sean demasiado atroces). Dado que estas críticas son realizadas por un pequeño grupo, que actúan “para justificar ante el pueblo judío los crímenes cometidos por el Estado judío en nombre del pueblo judío”. [Gilad Atzmon]

Por lo tanto, no es de extrañar que los egipcios estén mirando con lupa estos días el significado de la palabra “paz”, como en el contexto “paz entre Israel y Egipto”. El Tratado de Paz de 1979 incluía una cláusula que garantizaba la “plena autonomía” para los palestinos en un período de cinco años. Lleva 27 años Israel violando esta cláusula. En lugar de “plena autonomía”, tres décadas después, de los palestinos se dice que son “gente inventada” y el patrón estadounidense hace un guiño ante los dirigentes israelíes, que se preparan para una limpieza étnica de este pueblo imaginario.

Después de la revolución de Egipto del año pasado, el tratado se convirtió de inmediato en un juego político, con casi todos los políticos hablando bien de revisión o de anulación. Sonaron las alarmas en Washington y en Tel Aviv, procediéndose a negociaciones secretas entre Estados Unidos y los militares egipcios, exigiendo garantías de que el tratado permanecerá en vigor antes de que el poder militar pase a manos civiles. Esto fue confirmado la semana pasada por el estadista más respetado de Egipto, el candidato presidencial Mohamed ElBaradei, quien dijo a la Agencia de noticias de Irán Fars: “han sido conversaciones completamente secretas y confidenciales... Creo que los estadounidenses quieren asegurarse de que los acuerdos firmados entre Egipto e Israel permanezcan intactos en caso de que los islamistas accedan al poder”.

Ningún egipcio quiere un golpe militar en Egipto respaldado por los Estados Unidos, especialmente los islamistas. Por lo tanto, Salafist Al-Nour portavoz del partido Yousry Hammad, se apresuró a decir en la radio israelí que “el tratado es vinculante debido a que Egipto lo ha firmado”, explicando que el pueblo egipcio quiere modificar algunos artículos para permitir a Egipto tener un mejor control del Sinaí, “y tenemos que ser capaces de ayudar sin problemas a nuestros hermanos palestinos en Gaza”.

Curiosamente, la Hermandad Musulmana tiene una postura más matizada en su plataforma política, en referencia a los criterios para el examen de los acuerdos internacionales, basado en la sharia y en el grado de cumplimiento del acuerdo con Israel. La revisión del acuerdo está incorporada en el Partido por la Libertad y la Justicia (FJP) y pide que cualquier decisión sobre el Tratado que quiera tomar el nuevo Parlamento sea sometida a un referéndum. El portavoz de la Hermandad Musulmana, Rashad Al-Bayoumi dijo: “No somos partidarios del tratado de paz y deben ser los egipcios los que tengan algo que decir”. El Secretario General del FJP, Mohammed Saad El-Kataany, reafirmó la semana pasado que el FJP respeta los tratados internacionales, siempre y cuando consigan sus objetivos.  El destino de los Acuerdos de Camp David de 1979 será revisado en función de las violaciones de Israel durante los últimos 27 años.

El Premio Nobel de la Paz ElBaradei es considerado por algunos egipcios como un liberal que ha servido al orden mundial impuesto por Estados Unidos, como jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, sin embargo, ha solicitado que el ex presidente George W. Bush y su gabinete, sean juzgados por el Tribunal Penal Internacional para crímenes de guerra por emprender una guerra innecesaria en Irak. Es lo que dice en sus memorias, La Edad del Engaño: diplomacia nuclear en tiempos difíciles, respondiendo a la pregunta: “¿Nosotros, como una comunidad de naciones, tenemos el suficiente conocimiento y coraje para tomar las medidas correctivas necesarias, de modo que tal tragedia no vuelva a suceder nunca más?”. ElBaradei también advirtió a Israel en abril que, como presidente, podría tomar medidas correctivas. “Si Israel ataca Gaza declararíamos la guerra contra el régimen sionista”.

Si creemos a este político egipcio liberal, entonces la Hermandad Musulmana y Salfista, de dominar el Parlamento, con toda seguridad que le apoyarán, como virtualmente todos los egipcios. Así que las intrigas de  Estados Unidos,  junto con  los militares que actúan de espaldas a los egipcios, no van a salvar el  tocino de Israel. Ni todas las artimañas de mano del léxico: colonos, gente inventada, y hasta la crítica que actúa con guante de seda con Israel. Y cuando el proyecto imperial de colonización de Palestina por el pueblo de Israel, terminará de forma inevitable, y  muchos de ellos desempolvarán sus pasaportes europeos y norteamericanos, pondrán al día su argot francés, ruso o americano, y redescubrirán sus raíces étnicas de las tierras de sus antepasados.

Nada menos que un icono israelí como Theodore Herzl dijo algo así. La idea original de Herzl de acabar con el antisemitismo aparece en sus diarios, en una carta que escribió al Papa, en la que instaba a una conversión en masa de los judíos de Hungría, como un primer paso para la conversión total al cristianismo y la asimilación completa de los judíos en la sociedad secular europea. Cuando esta solución fue desechada, se volvió hacia la migración masiva a Palestina como una vuelta atrás.

A pesar de toda la gimnasia léxica de los grupos de presión de Israel, Israel es en realidad la última manifestación de la diáspora judía, una colonia, creación del Imperio Británico y sus soñadores judíos, y están destinados a seguir así hasta que renieguen de sus orígenes imperiales y aprendan a hablar la jerga local, que pasa a ser el árabe, no hebreo reinventado. Recordemos el destino de Humpty Dumpty, a pesar de su inteligente uso de las palabras en las búsqueda de poder.

 

 

 

 

 

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Canadian Eric Walberg is known worldwide as a journalist specializing in the Middle East, Central Asia and Russia. A graduate of University of Toronto and Cambridge in economics, he has been writing on East-West relations since the 1980s.

He has lived in both the Soviet Union and Russia, and then Uzbekistan, as a UN adviser, writer, translator and lecturer. Presently a writer for the foremost Cairo newspaper, Al Ahram, he is also a regular contributor to Counterpunch, Dissident Voice, Global Research, Al-Jazeerah and Turkish Weekly, and is a commentator on Voice of the Cape radio.

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