Fue el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson el que pidió una “diplomacia abierta”, el número uno de sus catorces puntos enunciados en 1918, de modo que “la diplomacia actuase de manera franca y a la vista pública”. Seguramente que apoyaría los esfuerzos de Wikileaks por conseguir una diplomacia abierta, aunque la actual Secretaria de Estado, Hillary Clinton, lo haya denominado “un ataque contra los intereses de la política exterior de Norteamérica”, y en efecto lo es contra la comunidad internacional, aunque debiera especificar qué miembros de la comunidad son las víctimas, o si por el contrario las víctimas son otras.
El 7 de diciembre, El Imperio estadounidense de forma voluntaria a través de Scotland Yard solicita el juicio y la extradición a Suecia, posiblemente a finales de este año, acusándole de “violación, coacción ilegal y dos cargos de abusos sexuales”, que se habrían llevado a cabo en agosto de 2010. Los casos inventados implican relaciones consentidas, pareciendo una obvia trampa de la Agencia Central de Información, o por un fan, algo así como una Lewinsky que se siente despreciada.
Assange se ha convertido en una leyenda después de un año de filtraciones, sobre todo a partir del vídeo en que se puede ver a un helicóptero estadounidense en Iraq, en 2007, disparando como si fueran conejos contra un grupo de 12 iraquíes. En julio se publicaron 500.000 documentos militares estadounidenses sobre las guerras de Iraq y Afganistán. La paja para el camello imperial fue una hornada de 250.000 notas diplomáticas estadounidenses (1966-2009) publicadas en noviembre, revelando que el mundo diplomático estadounidense se sirve cada vez más de la CIA, y se sirve del cinismo tanto en su relación con los países occidentales como de los árabes, que están preocupados por destruir Irán.
Las filtraciones han sido aclamadas como un golpe a las actividades delictivas estadounidenses en todas las partes del mundo, incluso el congresista estadounidense, lealmente americano, Ron Paul, condenaba de aficionados al Imperio, y la ex candidata presidencial Sarah Palin pidió que Assange fuera “perseguido con el mismo ahínco con que se persigue a los talibanes o a Al-Qaeda”. El ex Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, el señor Malcolm Rifkind, dijo que las acciones de Wikileaks eran una “ayuda para las organizaciones terroristas”, omitiendo reflexionar sobre la larga historia del Reino Unido en actividades terroristas por todo el mundo.
Assange, de 39 años, es un ciudadano australiano, aunque la primer ministro Julia Gillard haya amenazado con retirarle el pasaporte. Es definido por sus colegas como carismático, diligente e inteligente, con una capacidad excepcional para extraer código máquina. Sus críticos ven en él un buscador de publicidad y un mujeriego.
En 1995 fue acusado junto a otro amigo de haber realizado una docena de actos de piratería informática, fue multado, y prometió portarse bien a partir de entonces. Escribo el libro El Movimiento Clandestino junto con Suelette Dreyfus, tratando el lado subversivo de Internet. Dreyfus describió a Assange como “ muy interesado en el concepto de ética, el concepto de justicia, lo que los gobiernos deberían o no deberían hacer.”
Fundó Wikileaks en el año 2006 como un “buzón muerto” para aspirantes a soplones ( los verdaderos héroes de esta saga son los soldados desconocidos, que están indignados por su papel de asesinos contratados). Desarrollaron un estilo guerrillero de vida como Robin Hood, defendiendo las leyes que protegían la libertad en las comunicaciones. El co-fundador Daniel Schmitt describe a Asange como “ una de las pocas personas que se preocupa realmente por realizar un cambio radical de este mundo”.
Wikileaks se vio obligado a cambiar de servidor anfitrión después de que varios proveedores de Internet estadounidenses se los cerraran, afirmando que ponía vidas en peligro, aunque él dice que examinó detenidamente los correos militares de Afganistán e Iraq para evitar precisamente esto. Su sitio web tuvo un ataque cibernético y Paypal ha cerrado su cuenta para recaudar fondos.
No cabe duda de que Gillard, las acusaciones de Suecia, Paypal, etc… está todo relacionado con las presiones estadounidenses para que no salgan a la luz más hechos delictivos. El proveedor de Internet OVH de Francia dijo que no tenía ninguna intención de acabar con el servicio a Wikileaks, y el juez hizo referencia a que el Ministro de Industria, Eric Besson, estaba forzando para que se hiciese.
Los admiradores del quijotesco hacktivista han establecido otros servidores espejo más rápidos que los servidores tradicionales en caso de que se cierre Wikileaks, y lanzan ataques de denegación de servicio dirigidos a sus enemigos de Internet. Coldblood, del grupo Anonymus, dijo a la BBC: “Se han convertido en objetivos los sitios web que ceden ante la presión de los Gobiernos. A raíz de las filtraciones de Wikileaks sentimos que se ha entablado una batalla, de la gente contra el Gobierno.”
Este Hombre de la Mancha evitó más de 100 ataques legales antes de su detención, incluso algunos bancos suizos dijeron que realizaba actividades ilícitas. Esto hizo que rechazase los bancos para proteger sus bienes.
Pero el espectáculo continúa. El portavoz de Wikileaks, Kristinn Hrafnsson, dijo que la detención de Assange era un ataque contra la libertad de los medios, pero aseguró que “Wikileaks sigue operativo. Seguimos en la misma línea de antes”. Assange, y sus compañeros todavía en libertad, todavía esperan escribir otros capítulos por la independencia en el mundo, así como servir de intermediarios entre las fuentes y los medios.
De modo extraño, la izquierda lo ha acusado de ser un títere en manos de la CIA o de Israel, aunque lo primero no tenga ningún sentido. La verdad es que viene bastante limpio a caer en el oscuro pozo diplomático. Por las pocas filtraciones de las comunicaciones diplomáticas estadounidenses que se relacionan con Israel, se muestra el miedo que los diplomáticos estadounidenses tienen a decir algo en contra de Israel. Quizás lo que temen es que se les tache de antisemitas, o quizás temen que sus comunicaciones sean leídas por el Mossad.
En un conciso comunicado de la embajada estadounidense en Bakú, Azerbayán compara las relaciones Israelí-azeríes a un siniestro “iceberg con nueve décimos invisibles”. En el otro se revela que varios OT (delincuencia organizada) solicitaron visados para asistir a una conferencia de seguridad en Las Vegas, pero no pudieron hacerlo cuando se pidieron los archivos carcelarios a Rusia.
Una comparación interesante entre Assange y otro que expuso los secretos militares estadounidenses, Jonathan Pollard, el único espía USA-Israel que cumple cadena perpetua desde 1987 por revelar secretos militares estadounidenses. Hay una gran diferencia, por supuesto, porque Pollard no aplicó el principio de la diplomacia abierta. Si hubiera ocultado los nombres más sensibles, y hubiera sacado así la información a la luz, como Assange, podría haber tenido un efecto beneficioso sobre la política mundial. En cambio, vendió los secretos a Israel, y muchos agentes secretos de la CIA perdieron sus vidas en la Unión Soviética.
Otra comparación se puede hacer con el legendario Daniel Ellsberg, que reveló los Papeles del Pentágono en 1971, como los que le gustan a Assange, de donde salió una música que resultó ser dulce. El juez rechazó todos los cargos contra él en 1973 y The New York Yimes le aplaudió en 1996, diciendo que los papeles demostraron que “ la Administración Jhonson habido mentido de forma sistemática sobre un asunto de interés nacional y de gran relevancia”.
Ellsberg y Assange, según el consejo de Woodrow Wilson, son héroes, Pollard un bandido, aunque sea adorado por Israel, donde el año pasado se conmemoró su prisión con un espectáculo frente a las viejas paredes de la ciudad de Jerusalén. El mes pasado, 39 congresistas presentaron una solicitud al presidente Barack Obama para que le perdonase. El pasado verano, Netanyahu estaba dispuesto a aplazar unos meses los asentamientos si Obama le liberaba.
.¿Qué destino sufrirá Assange, el de Pollard o el de Ellsberg? La máquina militar estadounidense estaba desorganizada en 1971 y Ellsberg dio el empujón necesario para que volvieran a casa, Pero estamos en 2010. Las peticiones para liberar a Pollard son ahora la norma. Mientras Hillaries y Sarahs hacen un llamamiento para matar a Assange, se quiere liberar a un traidor que es responsable de engañar a su país y de causar multitud de muertes de funcionarios estadounidenses.
Las partes se alinean, como Bush predijo en 2001: “Estas con nosotros o contra nosotros”. Un valiente australiano, un juez francés con principios, un congresista americano, un hacker ante un ordenador, los enemigos del Imperio tienen múltiples formas y tamaños.
Eric Walberg es un periodista que trabajó en Uzbekistán y escribe ahora para Al-Ahram Weekly en El Cairo.
http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2010/12/08/detencion-de-wikileaks-julian-quijote/