No es ningún secreto que Egipto puso toda su fe en los Estados Unidos y en las instituciones internacionales occidentales desde los tiempos del presidente egipcio Anwar Sadat, contrayendo una enorme deuda externa, con un régimen cada vez más corrupto, a pesar de estar estrechamente vigilado por los organismos. Esta deuda está financiada por los bancos extranjeros, y debe ser pagada en dólares, con sus correspondientes intereses. Si la mayor parte de este dinero luego es prestado y se desvía a las cuentas bancarias en Suiza, este es un problema de Egipto. Nadie trata de cobrar a la gente que dio dinero a Mubarak y sus secuaces para que luego estos volvieran a depositarlo en estos bancos, pues hacen falta dos personas para bailar un tango.
Sea o no una fracción de esta cantidad lo que realmente ayuda a los Ahmeds, es el pueblo el responsable de todo y debe cumplir con los “programas de ajuste” del FMI, que implican la privatización, la desregulación, impuestos regresivos, fin de subsidios a los pobres, y algo mucho más desagradable, “un amor duradero”.
La revolución de Egipto
rompió momentáneamente la complacencia de
este escenario diabólico. La
explosión de las revueltas
bajo la miseria absoluta
del sistema producción, cogió
a los banqueros
occidentales y a los
líderes políticos por sorpresa
y se apresuraron
a abrazar la
revolución, pues se dieron
cuenta de que era
algo inevitable. Esto culminó
con una oferta de
préstamo por parte del
FMI para cubrir la
enorme brecha económica de
Egipto después del período
post-revolucionario, con el
cual se duplicarían los
salarios más bajos, se
mejorarían los servicios sociales
y se establecería
un impuesto progresivo sobre
la renta.
Este era un inusual gesto de generosidad por parte del FMI (baja tasa de interés y, supuestamente, sin ningún compromiso), tenía realmente la intención de mantener a Egipto apartado del rebaño de la ortodoxia monetaria, como han hecho otros países en el pasado en situaciones similares. Fue apoyado con entusiasmo por las élites de Egipto, en gran parte formados en las universidades de los Estados Unidos en los arcanos de la teoría monetaria. “De lo contrario, Egipto estaba a punto de ser considera un país moroso”, dijo Hani Genena, economista del Pharos Holding for Investments, a Al-Ahram Weekly. Esto es precisamente lo que han hecho países como Rusia, Argentina y Ecuador en el pasado.
El Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que gobierna de facto en Egipto, no tenía muy claro de que el préstamo fuera “sin condiciones”, y el General Sameh Sadeq dijo que el Gobierno cancelaría el préstamo, con las “cinco condiciones que iban totalmente en contra de los principios de la soberanía nacional”, suponiendo una “carga para las generaciones futuras”. El Ministro de Economía, Samir Radwan, se apresuró a negociar los fondos de Qatar y Arabia Saudita (los países con sus propias agendas para la revolución de Egipto) para tapar el agujero restante. El amante desdeñado, el FMI, y su compañero el Banco Mundial, no estaban contentos. Este último dijo que habría que “revisar” sus planes de financiación de Egipto.
Como la noticia de la discusión en torno al préstamo es de última hora, los senadores de Estados Unidos Jhon McCain, Joe Liberman y John Kerry visitaron El Cairo para ofrecer su regalo a la revolución: un proyecto de ley del Congreso para crear “fondos de ayuda económica” para Egipto y Túnez. Hay que recordar el lema de la campaña presidencial de McCain “Bombas, bombas, bombas para Irán”, y el apoyo de sus militantes a Lieberman de Israel. En todo caso, se limitó a confirmar a los líderes militares de Egipto de la necesidad de mantener al FMI y sus secuaces dentro de las operaciones.
Otro que visitó El Cairo la semana pasada fue Mahatir Mohamed, quien convirtió a Malasia en una potencia económica después de acabar con su pasado colonial. Cuando el “tigre” de la economía fue subvertido por los especuladores, en 1997, acabó con esta carrera monetaria y estabilizó su economía sin tener que ir de la mano del FMI, y Malasia sobrevivió a la crisis mucho mejor que otros “tigres asiáticos” que cedieron a la presión del FMI. “Los malayos se negaron a ser rescatados por el FMI y el Banco Mundial, porque queríamos que nuestras decisiones económicas fueran independientes”, dijo con orgullo esta semana en El Cairo – música para los oídos para Mohamed Tantawi.
De hecho, muchos observadores están convencidos de que la decisión del Ejército fue la respuesta ante la ira popular y es motivo de orgullo nacional, tal que permitió a Mahatir desafiar a los banqueros. “Sentí orgullo cuando me enteré que el préstamo había sido rechazado”, dijo el profesor de la Universidad de EL Cairo, Mohamed Shaban, a Weekly. Los egipcios comprenden de manera intuitiva el principio de Mayer Rothschild: “Denme el control de la moneda de una nación y no me importa quién haga sus leyes”. Las autoridades militares egipcias también entienden esto.
Las peticiones financieras realizadas a Zurich y Londres para recuperar en el mejor de los casos una pequeña fracción de los miles de millones robados y escondidos en el extranjero, una de las causas de la enorme deuda externa de Egipto, llevará muchos años y con pocas esperanzas, además de los enormes costes legales, como ya se ha experimentado en Filipinas y en Indonesia.
Egipto incluso podría considerar el impago de lo que se denomina en la jerga financiera “deuda odiosa”, que hace referencia a la deuda nacional en que incurre un régimen cuando los fines pretendidos no sirven a los intereses de la nación. Los Estados Unidos dieron al traste con la deuda de Irak en 2003. Ecuador lo hizo en 2009, esta última (a diferencia de los Estados Unidos en Irak) en cumplimiento del Derecho Internacional. Los ciudadanos griegos ya han constituido un comité de auditoría para determinar qué partes de la deuda son “odiosas” y cuáles legítimas.
Sin embargo, un paso tan radical provocaría la ira de la élite financiera mundial, con gran perjuicio en Egipto, por lo que no es una opción fácil. Ya no hay una Unión Soviética a quien recurrir, como la había en la época de Nasser, cuando se atrevió a desafiar al Imperio.
Pero tampoco hay necesidad de dejar la financiación presupuetaria de Egipto en manos de los banqueros del mundo. Una vez que el Gobierno se dé cuenta de que el dinero es pura convención, algo que se puede utilizar responsablemente para engrasar las ruedas de la Economía, para generar empleo e ingresos, utilizando la riqueza de la nación para el pueblo, de manera responsable se puede crear el dinero que se necesita, manteniendo un ojo atento en el aumento de la producción y la riqueza, sin que esto supongo un aumento de los precios. Los impuestos devuelve este dinero que el Gobierno se ha “prestado” a sí mismo sin intereses.
Michael Hudson, presidente del Instituto para el Estudio de tendencias económicas a largo plazo y asesor de los gobiernos de Rusia, Japón e Islandia, dijo a Weekly que hay “una opción mucho más amplia” que la de los Gobiernos occidentales en la búsqueda de un reforma financiera independiente y económica, ya que todavía tienen en propiedad bancos comerciales. Se podría establecer un Fondo de Recuperación de la Revolución, sin necesidad de pedir prestado a nadie, con con millones de desempleados -una fuerza que puede mover montañas- como garantía, creando puestos de trabajo que automáticamente van a cotizar, generando nuevas remesas y más ingresos fiscales.
Se pretende volver a dar vida al plan Toshka mediante la redistribución de tierras a los campesinos, proporcionándoles el capital inicial, siendo éste el ejemplo perfecto de lo que debe hacerse. No hay ninguna razón para pedir prestado, sobre todo a otros países, y peor aún, se han pagar los intereses. Después de todo, la inversión en el futuro del país es un riesgo que debe ser compartido por igual, tanto por el dador como por el tomador del préstamo, de acuerdo con la ley de la Sharía.
Hudson, asociado con el Centro para el Pleno Empleo y Estabilidad de los Precios, el Levy Economics Institute y el Centro para el Pleno Empleo y la Equidad, está preparando un informe para el Banco Asiático de Desarrollo sobre las alternativas de las políticas monetarias y fiscales, para promover el pleno empleo y la estabilidad de los precios, sin tener que depender de la financiación ni del FMI ni el Banco Mundial.
http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2011/07/09/egipto-vs-fmi-%C2%BFes-hora-de-decir-no/